11 de julio de 2010

Mai

Sale de su casa. El viento le levanta los cabellos, le da comezón en la espalda; allí donde es siempre inalcanzable. Ansiedad. Una banca desocupada en el parque, se restriega en los travesaños pero la comezón no se quita. Luego un árbol rugoso, el pelo por ningún lado y un espejo del bolso. «Coño». Una idea brillante le llega de golpe, ladea la cabeza. Busca lápiz y papel en su bolso, pero sólo encuentra lápiz. «Más coño». Levanta hojitas secas de los árboles e intenta escribir en ellas. Se rompen. Se larga; deja un rastro de polvo de carbón que pica la nariz.

          En casa de nuevo. Se baña y se toca. Se duerme. Luego despierta; no puede dormir. Se toca otra vez, no puede dormir.

Para Mai

1 comentario:

gla. dijo...

Estoy leyendo tus escritos poco a poco...soy adicta a los puntos suspensivos